Las Google Glass están de vuelta y las hemos probado
Las Google Glass están de vuelta y las hemos probado
«¿Google Glass? Menuda decepción», pensarán muchos. Y con razón. Tras años de hablar de ellas como el dispositivo del futuro, el cacharro que acabaría con la necesidad de cargar con un móvil, la apuesta de Alphabet para el mercado de la electrónica ‘vestible’ parecía desinflarse a principios de 2015, poco más de un año después de salir a la venta.
Eran caras. El dispositivo, conocido como «edición explorador» y poco más que un prototipo, costaba cerca de 1.500 euros. Pero ese no era su principal problema. No parecía tener tampoco una función bien definida. Como su propio nombre indicaba, las gafas eran más bien un intento de que el público objetivo explorase lo que era posible hacer con ellas. Una prueba piloto costeada por los propios clientes.
Normal, por tanto, que no terminasen de cuajar. En enero de 2015 la compañía anunció que abandonaría el programa de «exploradores» de Glass. Desde entonces, mucho silencio.
Hoy sabemos que las famosas gafas no estaban muertas (ni de parranda). Durante el último año y medio Google y varios socios y distribuidores han desarrollado pruebas junto a varias compañías de todo el mundo para tratar de encontrar usos en el mercado empresarial.
Información sobre estas pruebas se ha filtrado de manera puntual, aunque sin detalles precisos. Las gafas ya no dependen del departamento de investigación y desarrollo de la compañía, sino que han pasado a formar parte del mismo equipo responsable de los dispositivos Nest.
Grandes empresas, como Boeing, las usan en ciertas divisiones desde hace meses. En cadenas de producción y montaje, o labores de peritaje y control de inventario tener una pantalla donde consultar información al mismo tiempo que se trabaja con las manos puede ahorrar mucho tiempo y aumentar la productividad.
Alphabet y sus socios distribuidores han anunciado de forma oficial la disponibilidad de estas nuevas Glass, que serán conocidas como Enterprise Edition.
Las gafas no son las mismas que las que se podían adquirir en la versión «explorador». Tienen mejor procesador, más memoria, un diseño que permite plegar las patillas como en las gafas convencionales (al plegarlas se apagan) y un prisma de cristal (la superficie donde se proyecta la imagen que el usuario ve flotando en su campo de visión) de mayor tamaño. En general, son más cómodas e incorporan innovaciones de diseño que simplifican mucho el uso, como un cable de carga magnético.
También solucionan uno de los mayores problemas que tenían las gafas originales: al grabar con ellas no había ninguna indicación visual que advirtiese a los protagonistas involuntarios de los vídeos y fotografías. Ahora un pequeño piloto se enciende al comenzar la grabación. El método de control, en cualquier caso, es el mismo. Se puede deslizar el dedo por la patilla, que tiene una superficie táctil, o usar comando de voz.
Alphabet, a partir de ahora, se centrará únicamente en fabricar el dispositivo, pero serán los distribuidores los encargados de darle vida con software propio y adaptado a las necesidades de cada empresa. El precio final no dependerá de Google, por tanto, sino de ellos.
La española Streye será una de las dos únicas compañías europeas con licencia de distribución. Ha creado una plataforma propia que permite usar las gafas para retransmitir vídeo en tiempo real y recibir comentarios de los espectadores -una aplicación especialmente indicada para entornos médicos o de asistencia técnica-. También desarrollará aplicaciones a medida para los distintos clientes.
Aunque las nuevas gafas tienen un enfoque claramente empresarial, Streye venderá el dispositivo también a particulares. El precio del modelo básico será de 1.500 euros aproximadamente, similar a la difunta «edición explorador», y en función de la demanda creará aplicaciones orientadas a usuarios finales en lugar de empresas.
Visto en: http://www.elmundo.es/tecnologia/2017/07/18/596de0b4ca4741431f8b45d3.html