Tecnología española para salvar a Robinson Crusoe
Tecnología española para salvar a Robinson Crusoe
Salvamento Marítimo y una empresa madrileña ponen en marcha una iniciativa que pretende, mediante el empleo de cámaras y sensores térmicos de alta precisión, mejorar la búsqueda de náufragos en una muestra más de cómo las nuevas tecnologías se abren paso como herramientas indispensables en labores de rescate.
La vida de las personas pende de siempre de un hilo invisible. Su fortaleza se entrelaza en un elemento indisociable a la construcción de las sociedades, la confianza. En base a ella las civilizaciones son lo que son y se aleja del caos al que que podrían convertirse. Confiamos cada día en el conductor (humano) del autobús que hará bien su trabajo. Confiamos ante el paso de peatones que el coche parará sin arrollarnos. Confiamos, también, en los médicos que nos salvarán de la muerte. Y en el vendedor de un producto porque confiamos que no nos timará. Confiamos en el destino y, cada vez con mayor necesidad, en la tecnología.
En el mar, en medio de una desgracia fortuita, en un hundimiento de un barco por ejemplo, los segundos que se suceden son importantes: cuentan cada uno de ellos para evitar una catástrofe. Aunque los avances tecnológicos en muchas ocasiones se emplean para fines negativos, también ofrece retazos de sus capacidades para contribuir a mejorar y ayudar a las vidas humanas. Con el foco puesto sobre el salvamento marítimo, la joven empresa española Escribano Mechanical Engineering, que opera en el sector de defensa, ha desarrollado un sistema informático que permite automatizar el proceso de búsqueda de náufragos.
El sistema ha entrado en su fase de pruebas en colaboración con Salvamento Marítimo, que iniciará además nuevos ensayos en las próximas semanas en Valencia de cara a una futura implantación total en los helicópteros de rescate en alta mar. El objetivo del proyecto es dotarle de herramientas tecnológicas a los rescatadores para agilizar y optimizar los procesos de localización de personas vivas ante un naufragio.
En la gran mayoría de ocasiones, los miembros de salvamento hacen uso de sus capacidades visuales para su detección, pero las condiciones climatológicas y sus obvias limitaciones puede llevar a pasar por alto a náufragos. Los radares aerotransportados utilizados comúnmente, aunque dispongan de apertura sintética (SAR), «tampoco son eficientes» para encontrar náufragos de los que sólo sobresale la cabeza y el ojo humano no resulta adecuado para buscar pequeños puntos en el mar durante muchas horas.
Dirigido por el área de electroóptica de la compañía con sede en Madrid, el sistema propone un sensor y cámaras térmicas capaz de cubrir una gran extensión para buscar variaciones de temperatura en el mar. De esta forma, instalado sobre un helicóptero o avión de Salvamento Marítimo, se puede detectar variaciones de temperatura significativas. El propio software envía automáticamente la posición GPS y las coordenadas al centro de mando correspondiente para que se envíen los medios adecuados. «Hasta ahora, no tenían [por Salvamento Marítimo] ninguna herramienta efectiva, ya que los rádar convencionales no están haciendo un barrido con más cámaras y es como buscar como una aguja en el pajar», asegura a este diario José Infante, Director del departamento de Electro Óptica de Escribano.
El proyecto piloto, además, funciona como tecnología de doble uso, desarrollada desde 2015 a raíz de la experiencia obtenida en un proyecto de la compañía para detectar misiles fueraborda. «Por circunstancias de la vida coincidimos con Salvamento Marítimo y nos estuvieron contando la necesidad que tenían de desarrollar de detección automática de náufragos», recuerda. «A día de hoy las labores de rescate se suelen hacer de manera visual y es imposible localizar a alguien en el agua», apunta.
La premisa de la que parte el sistema es que, en lugar de ver puntos calientes en el cielo, se haga directamente en el agua. Funciona como un radar pasivo. «Estás captando la radiación de los cuerpos cuando están a una cierta temperatura en el agua; una persona emite radiación y el software retira el fondo para ver puntos sobre un fondo uniforme», explica. No realiza barridos sino que tiene un sensor con un campo de visión muy amplio gracias a la sensibilidad del detector utilizado, lo que permite que vaya cogiendo lecturas muy rápidas mientras la aeronave realiza las pasadas. Y, para ello, se ha adaptado el algoritmo a la velocidad de la aeronave, a la altura a la que vuela y a las características del sensor.
Esta tecnología funciona hasta 300 metros de longitud y hasta 1.500 pies (unos 450 metros) de altura en que se encuentra el helicóptero de salvamento. Además, al captar las señales térmicas en tiempo real funciona igual tanto de día como de noche y, de esta forma, pueden prolongar el tiempo y rango de búsqueda de náufragos. Además, su uso no supone carga de trabajo adicional para la tripulación, puesto que no requiere de un operador adicional.
Drones salvavidas y robots exporadores
Es una muestra de cómo las nuevas tecnologías se han venido abriendo paso en los servicios de rescate y están al servicio de labores humanitarias. Empleo de drones en labores de rescate también empiezan a ser algo habitual. En 2015, sin ir más lejos, se puso en marcha una iniciativa financiada por la operadora Vodafone que, con la autorización de AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea), se utilizaron estas aeronaves no tripuladas para ayudar a los socorristas.
Aunque también se han iniciados otros proyectos en España como Pars, un drone capaz de moverse a unos 10 metros por segundo y cuyo objetivo es trasladar salvavidas a una zona en particular en el agua. La robótica también es otra área que se está explorando por sus posibles aplicaciones en labores de rescate.
Existen numerosos proyectos, algunos tan reconocidos como Boston Dynamics, firma participada por el gigante Alphabet (Google), que ya ha mostrado en los últimos años sus progresos en esta materia. Máquinas capaces de superar la orografía más hostil y con capacidad para trasladar mucho peso podría contribuir, en algún momento, en ayudar a las personas porque un robot puede acceder a zonas donde una persona no podría o, incluso, un perro. Ni que decir tiene algunos diseños de robots acuáticos, como los desarrollados por CRASAR (Búsqueda y Rescate Asistido por Robots de la Universidad de Texas), que contribuyeron a asistir en el tsunami de Fukushima.
En otras catástrofes como un terremoto ya se han empezado a utilizar técnicas y métodos con base tecnológica que permiten, entre otras cosas, localizar a las personas con mayor rapidez. Otro ejemplo es la división Emertech, creada por la «startup» Zerintia, y que proyecta soluciones para apoyar en situaciones de emergencia mediante el uso también de drones y, como aspecto original, tecnología «wearable» como gafas inteligentes. De esta forma, los técnicos que portan estos aparatos en la cara podrían realizar su trabajo con ambas manos al mismo tiempo que cuentan con toda información necesaria al alcance su vista.